Monta este negocio, no, monta éste, no éste, no este otro….


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Conocí a Luis hace ya 10 años. A ambos nos unían nuestras parejas puesto que eran ellas las amigas. Luis es el prototipo del hombre de hoy. Directivo que trabaja en una gran multinacional, se gana muy bien la vida, tiene un puesto de cierta responsabilidad, una familia adorable, 2 hijos, gran coche, piso en la ciudad, apartamento en la playa,…. y sin embargo tiene algo que lleva dentro que le dice que tiene que dejar su puesto de trabajo porque está triste, no le motiva y encima se le hace una tortura ir a trabajar cada día. En cierta forma es un emprendedor en potencia.

Ya cuando nos conocimos me comentó que quería dejar el trabajo. Su día a día era doblemente molesto. Por una parte porque no le motivaba. Llevaba ya 15 años en la empresa y aunque había estado subiendo en la jerarquía de la empresa, los distintos puestos de responsabilidad le llamaban cada vez menos la atención. Y encima tenía cada vez que cumplir más. A más dinero, mayor tensión. Me comentaba en aquellos tiempos que cada día era como el examen de la Selectividad, aquel que debías aprobar en Junio para no ir a Setiembre. Y luego su jefe que le exigía y exigía a medida que iba asumiendo nuevas responsabilidades (también mayores salarios).

También le era pesado ir a trabajar porque le costaba una hora de transporte por la mañana y una y media de vuelta a casa. O sea, que dedicaba tdo el día a su trabajo. De ocho de la mañana a nueve de la noche, cinco días a la semana, y sin tiempo para él ni para su familia.

Ya aquel primer encuentro Luis me dijo que quería montar algo relacionado con su trabajo. Era un sueño y que estaba trabajando en él. A mi me pareció genial ya que por aquel entonces yo también quería montar mi proyecto.

Luis y yo coincidimos cada año al vernos de forma organizada con el resto de amigos. Cada año me ha ido comentando su sueño. Han pasado ya 10 años y han sido varios los proyectos que me ha comentado. He notado que últimamente ya no persigue tanto empezar su proyecto sino intentar arreglar el desbarajuste personal y laboral que lleva. Se conforma con ganar algo de tiempo en su día a día. Sigue en la misma empresa y con más atascos en la carretera.

Como Luis hay muchos más: Carlos, Eva, Roberto, Leo, Miguel, etc… Casi todos iguales. Tienen ganas, ideas, talento, pero no acaban de tomar la decisión. Van pasando los años y van cambiando de proyecto, de sueño, pero no cuaja ninguno por los miedos y temores infundados que han mamado durante toda la vida. Desde la familia hasta la sociedad, a los emprendedores no se les cuida. Las campañas de los políticos son de muy mala calidad ya que el resultado es una sociedad parada, aturdida ahora por la crisis y sin capacidad de innovar y emprender nuevas ilusiones para todos.

Y esto hay que pararlo. A Luis le dije la última vez que no se engañe, que vale ya de sueños porque lo suyo ya suena a retiro. Le tuve que provocar con mis palabras para que viera que los años van pasando y la capacidad de emprender va perdiendo fuerza a base de «palos» y rutinas que aposentan a uno. El talento sigue estando ahí y las oportunidades también. No importa tanto el proyecto o sueño a realizar ya que estos vienen de forma reiterada en las mentes de los emprendedores. Lo importante es liberarse de los miedos y temores. Una vez superada esta fase, las oportunidades aparecen con luz y casi con el plan de negocio detrás.

Hay que empezar con la decisión de emprender. No te arrepentirás! Lo demás vendrá solo.


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