De todo se aprende, y de esta situación que vivimos, más todavía. Hemos salido a la calle a contrastar (con investigación) el titular de este artículo y os contamos que hemos obtenido de respuesta.
Esta crisis hace que afloren oportunidades, surgen opciones, posibilidades, nuevos nichos, y sobre todo un sentimiento de emprender. Lo llevamos dentro. Mi amigo Ramón Sanahuja me dice que todos tenemos las ganas de montarnos por cuenta propia pero que hay que despertar ese sentido, que está escondido, dormido, amagado. Comparto con él tal posición y es la misión de todos los emprendedores la de ir contagiando y arrastrando a todos aquellos para que se vengan, que no se arrepentirán, que vivirán mejor.
Es la corriente emprendedora que surge como un nuevo icono de esta sociedad.
Pero esta crisis también ha puesto de manifiesto lo absurdo del consumismo desmesurado. Y no solamente en consumo sino en educación. Se había olvidado entre los más jóvenes la creencia que la preparación académica era básica para el desarrollo profesional y personal. El resultado es un paro desbocado concentrado entre los más jóvenes y en aquellos que han descuidado su formación.
El consumo fue alto y desproporcionado. Así que hemos salido a la calle a contrastar personalmente dicha afirmación. Hemos entrado en un bar de barrio, de esos que se llenan a la hora del desayuno y comidas. Nos dice su dueño que nunca en su vida había vendido tanto jamón y embutido ibérico como en el año 2007 y 2008. Cuando no eran bocadillos, eran tapas, y no una vez a la semana, sino varias. Ahora, los mismos clientes se conforman con un simple café y se traen su tapper. Otros ya no vienen.
Preguntamos también a los poseedores de segundas residencias. La media de veces que una familia acude a su lugar de veraneo (sea fin de semana, vacaciones escolares o verano) es de 23 días al año. Resulta caro pagar de media 200.000€ por esos 23 días. Mejor irse de hotel de 4 estrellas y todavía te sobra dinero.
Finalmente acudimos a un concesionario. España ha sido uno de los mejores mercados para Audi, Mercedes, BWM y los cochecitos para Bebes MacLaren. Y que decir de los Porsche Cayenne que se han visto a porrillo por las carreteras españolas. Son marcas caras para una sociedad con salarios medios inferiores a los europeos.
Hay que volver a la realidad, a ser más humildes y no tan «snobistas» . La idea clave es saborear lo que ya tenemos que es mucho y no lo sabemos ver.