El bajón de los emprendedores


Bajón

Si, los emprendedores también tenemos el típico bajón. Y son momentos duros, tristes, de soledad. Suelen venir cuando los resultados no acompañan, cuando se pierden clientes, cuando no somos comprendidos por nuestro propio equipo, y presionados por la familia que ve mucho esfuerzo y también exige su tiempo y dedicación. También nos entristecemos cuando se ve peligrar la viabilidad del proyecto o cuando te das cuenta que no te salen los números.

Lo mejor en estos casos es no tomar ninguna decisión en caliente. Yo recomiendo retirarte a un lugar donde puedas pensar, ver las cosas desde otra perspectiva, sin limitaciones visuales que ayuden a ver la parte positiva de cualquier circunstancia y problema. Es nuestro rincón, nuesto lugar donde tomar decisiones. A mi me ayuda irme al mar, a la playa y caminar. Fue en uno de esos momentos que incluso monté la primera Asociación de Bañistas de Invierno. ya en la playa, suelo entonces reafirmarme en mi propio proyecto, porque no hay vuelta atrás. No pienso volver a trabajar para un tercero (toco madera y no quiero parecer pedante).

En uno de los comentarios del Blog Jose Murillo nos comenta que «hay una gran diferencia entre los emprendedores que han llegado al break even y los que lo han pasado. Sin duda mayor libertad profesional, independencia y satisfacción personal, pero los que están empezando pasan muchas más preocupaciones y dedican muchas más horas que por cuenta ajena. Eso sí, horas mucho más gratificantes

Sea cual sea la causa, al final siempre se gana, siempre se sale. No podemos tirar la toalla. La continua lucha, la perseverancia, la creencia en nosotros mismos hace que al final seamos imbatibles. Hay que creer en nosotros más de lo que lo hacemos. Al final también es necesario ese alguien que te escucha, que suele ser la pareja. Ahora también nos tienes a nosotros, a este Blog. Hemos recibido ya muchas opiniones y comentarios en este sentido. A destacar la actitud de Luis Capella de Más Ideas Punto el cual otorga al humor cierta dosis de aliviador.

Pensar que somos más libres que ellos, los que trabajan por cuenta ajena. Y para mí libertad es algo que no tiene precio, que no se puede comprar.


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