Siempre he escuchado a los académicos. Me merecen todo el respeto y admiración.
Algunos como Jordi Canals, Director General del IESE Business School, me dejó impresionado cuando me impartió su clase. Otros profesores también me han hecho reflexionar tanto en Harvard Business School como en Esade Business School.
Pero hoy no toca hablar de los buenos, sino de los del montón, que también los hay en estas prestigiosas escuelas.
Y quiero hablar de Enrique Dans, el cual es merecedor, ante todo, de mi respeto y felicitación por lo que está aportando al mundo de los sistemas y tecnologías de información.
Opinar de esto último es relativamente fácil. Si encima se es académico en el Instituto de Empresa, se domina el inglés, si te puedes documentar con fuentes a las que pocos puedan acceder como las de Enrique, entonces da la sensación que sabes mucho.
Hay algunos de estos académicos que son realmente buenos como Pedro Nueno del IESE, pero hay otros que no lo son tanto, rozando la mediocridad, y se refugian en las aulas con su teoría lejana de la realidad.
Yo creo que la aportación de Enrique es muy valiosa en este país. Nos enseña, nos explica y nos da su opinión de tendencias, de empresas, de tecnologías, de la blogosfera, etc. Pero tenemos que recordar que este país es de copiar y pegar.
Y lo que necesitamos es innovación, son nuevos proyectos, gente emprendedora. Si nos atenemos a las explicaciones de Enrique, sus ejemplos son mayoritariamente de las grandes empresas como Coca Cola, Marriott, Kodak o Dell. Y estas no enseñan nada que no te expliquen en las escuelas de negocio.
Enrique, ¿cuántas consultorías de empresa has hecho en pequeñas empresas? ¿Por qué no nos hablas de ellas?
¿Por qué no aprovechas tu enorme conocimiento de Internet 2.0 para hacer un bien a este país y promover la creación de nuevos proyectos y animar a nuevos emprendedores?
Quizás es porque estás muy bien en la grada, de espectador. Y en este país faltan actores. Sigue así Enrique que tu aportación también es buena, pero recordemos que los grandes académicos en países avanzados como en Estados Unidos están más cerca de las empresas del Sillicon Valley que de las grandes multinacionales.