Tenemos un problema serio y grave. El movimiento emprendedor no se inicia como en cualquier sociedad avanzada en las aulas universitarias.
De hecho en este país el poco auge de creación de empresas suele ser tardío, a los 40 años de media según los estudios de nuestra propia organización. Esto hace que mucho talento y energía de nuestra sociedad no acabe en desembocar en nuevos proyectos de cualquier ámbito.
Y los gobiernos no lo acaban de ver. Los programas de apoyo a los estudiantes emprendedores pecan de ser dirigidos por académicos y funcionarios en lugar de ser liderados e implantados por emprendedores.
La ONG Escuela Emprendedores constata la ineficaz orientación académica de los Programas de Emprendedores en las universidades españolas.
La formación no llega a impactar a los estudiantes que consiguen créditos y conocimiento empresarial pero no empuje e iniciativa para lanzarse.
No se crean nuevos empresarios. Incluso varios programas de varias comunidades regalan portátiles, formación de un nivel elevadísimo, viajes a otras ciudades para ver centros de emprendedores y un sinfin de instrumentos que en otro país se pagaría por ellos.
Un estudio realizado por la Asociación Escuela Emprendedores ha puesto de manifiesto que la mayoría de los proyectos de formación de apoyo al emprendedor en las universidades no consiguen motivar a los estudiantes universitarios.
Además, en este país únicamente el 12 % de los estudiantes desean poner en marcha su propio negocio o proyecto emprendedor.
La orientación exclusivamente académica de los cursos de formación no consigue que se creen nuevos empresarios.
Los estudiantes no se atreven a lanzarse y manifiestan su decidida apuesta por convertirse en funcionarios o trabajar por cuenta ajena.
La clave de tal fracaso es que las clases de formación de emprendedores a los estudiantes se realizan por profesores y no por emprendedores.
Y no es que esté mal, pero la verdadera formación que hace falta no es aquella referida a los planes de empresa sino a los planes del emprendedor.
El saber contabilidad, derecho, marketing o hacer un presupuesto de tesorería es relativamente fácil o por lo menos muy accesible.
Pero el saber vencer los miedos, el detectar siempre oportunidades y el creerse que uno vale para emprender es lo que realmente hace falta y es lo que se tiene que potenciar.
Un segundo elemento es la importancia dada a la materia que en todas las facultades se trata como de libre elección y créditos variables con lo que solo un reducido grupo de alumnos pasan por el aula emprendedora.
Tenemos que cambiar el sistema. Formar a emprendedores tiene que partir de la base de que el estudiante se tiene que creer que puede ser emprendedor.
Y eso solo se consigue con una apuesta real en el talento y en la persona. Y eso son los valores que aquí defendemos.
Las escuelas y universidades tienen que apostar por adoptar dichos programas de fomento de la emprendeduría pero no tanto desde la perspectiva académica sino más social y empresarial.
Y para eso se tienen que aliar con la sociedad civil, la tan ansiada alianza educativa entre los centros escolares, padres y empresas.
El objetivo para las escuelas sería institucionalizar el Programa Emprendedores dentro del área curricular para potenciar entre los estudiantes la iniciativa, la creatividad y las cualidades personales para el desarrollo futuro de proyectos emprendedores en el área social, empresarial, científica, tecnológica, artística, deportiva, asociativa, cultural y/o académica.
El objetivo para la Universidad y colegios de postgraduados es situar a la institución como la meca de los emprendedores y futuros creadores de proyectos y empresas, convirtiendo a las mismas en un referente de talento, iniciativa y iniciativa emprendedora.
¿Tenías constancia de que en el territorio español tan solo el 12 % de los estudiantes quiere crear su propio negocio?