Uno de los principales problemas que tiene nuestra sociedad es la educación. Poco hemos avanzado desde que dejé las aulas. Por poner un ejemplo, hace 25 años si querías aprender inglés tenías que tomar clases particulares. Hoy, solo hay que ver a nuestros hijos y vemos que tenemos que hacer lo mismo. Empiezan muy fuerte pero se estancan y se quedan al mismo nivel que nosotros.
Si miras a las otras materias, solo hay que ver el informe PISA.
Pero lo más impresionante, por lo pésimo de la situación, es la falta de carácter de los estudiantes de hoy. Puede que sean más listos al saber más de tecnología (que ya es mucho), pero no son capaces de tomar decisiones, de trabajar en equipo, de tener iniciativa. Por no hablar de esfuerzo, de valorar el sacrificio, de respetar. Sería injusto cargar en ellos la culpa, por eso me voy a ceñir en quien creo que es el verdadero causante de la situación: la administración.
Sí, es ella quien se hace cargo y es a ella a la que le tenemos que exigir excelencia en este tema que marca el devenir de una sociedad y el futuro de las generaciones. Sin educación, tendremos una sociedad radicalizada y policial, con líderes que no nos guirán en el mejor de los caminos posibles. Los líderes de la sociedad de hoy ya los conocemos…
Es el momento de que realicen cambios. De que apoyen la iniciativa emprendedora y el talento de cada uno de los estudiantes los cuales tienen algo de mágico, de especial que sólo ellos y sus padres conocen. Se trata de canalizar esa fuerza y sabiduría en proyectos, de cualquier índole como empresarial, cultural, social, investigación, artístico, etc. Fruto de esa corriente emprendedora tendríamos una sociedad más dinámica y dinamizadora, más responsable, más enriquecedora a nivel social. Lo que parece obvio no lo es para los políticos.
El resultado es que los estudiantes cuando acaban la escuela han aprendido a ser buenos empleados, a obedecer, a cumplir las órdenes de los jefes, pero tienen mucho miedo y temor a la toma de decisiones, a emprender.