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El concepto Design Thinking describe un procedimiento que se ha venido implementando gradualmente en los últimos años en las empresas, aunque se empezó a desarrollar de forma teórica en la Universidad de Stanford en California (Estados Unidos) en los años 70.
Hoy en día las principales compañías como Google, Tesla, Apple, Uber, Airbnb o Virgin aplican esta forma de trabajo desarrollando sus productos o resolviendo problemas de usuarios con la mentalidad de los diseñadores.
El Design Thinking tiene como objetivo crear innovación desde la empatía
El Design Thinking supone una revolución dentro de las organizaciones al centrar sus objetivos en la creación de innovación desde la empatía, lo que genera un impacto en el mundo capaz de cambiarlo.
Esta filosofía de trabajo intenta explorar ideas y limitaciones para crear soluciones nuevas. Técnicas propias de los departamentos de diseño e innovación que se extrapolan a toda la organización empresarial.
Es una disciplina que aspira equilibrar la deseabilidad de los usuarios y sus necesidades con la viabilidad técnica y económica de dicha carencia que se puede aplicar en cualquier campo, desde el desarrollo de productos o servicios hasta la mejora de procesos o la definición de modelos de negocio.
No nos confundamos con el nombre, no se trata de pensar, sino de hacer. Del pensar a la acción. “La forma en la que piensan los diseñadores” cómo podría traducirse esta mentalidad, se compone de cinco fases que explicamos a continuación:
Empatizar. La empatía es el concepto principal en el proceso de diseño, el cual se centra en las personas y no en los productos.
Estar conectados a través de los valores humanos con los usuarios para los que se está elaborando el proyecto, retroalimentando el proceso con sus valoraciones. Gracias a la observación y la inmersión con los futuros beneficiarios se definirán en una segunda base sus necesidades.
Definir. Después de adquirir información a través del proceso de empatización con el usuario, el siguiente paso será definir el problema para descubrir patrones que sirvan de guía para conseguir la meta.
Idear. Comienza la fase del brainstorming donde todas las ideas son válidas combinando pensamiento consciente, inconsciente, racional e imaginario.
En el Design Thinking es indispensable trabajar en equipo. Cuanto más heterogéneo sea, mejor, porque así se podrán sumar diferente puntos de vista, conocimientos y experiencia.
Prototipar. Las ideas se comparten mejor de manera física y visual. Se busca crear elementos que nos ayuden a interactuar con las soluciones y así responder a preguntas sobre la solución final. En una fase inicial deben ser prototipos fáciles y baratos que se irán sofisticando a medida que el proyecto avance y se reciba feedback de usuarios y compañeros.
Evaluar. La oportunidad para refinar las soluciones y poder mejorarlas gracias a las aportaciones de los usuarios que han testado los prototipos. Esta última fase es crucial, ya que al final de ella nuestra idea debe convertirse en la solución final tras solucionar carencias y resolver problemas.
En definitiva, esta metodología centrada en las personas permite a las empresas obtener mejores resultados innovando en sus estructuras organizacionales clásicas, al crear equipos multidisciplinares con el objetivo de desarrollar ideas y productos exitosos, basados en las aportaciones de los usuarios.
En un entorno agitado como el actual, los problemas no pueden ser resueltos con respuestas rutinarias, la creatividad debe ser imprescindible para cualquier organización que quiera aportar valor a sus productos.
La idea fundamental que sostiene es que todos somos creativos, rompiendo la división de roles entre ejecutivos y artísticos.
Desde niños desarrollamos ideas, prototipos, dibujos que desarrollan nuestra capacidad inventiva hasta que esta es mermada progresivamente a medida que vamos creciendo.
El Design Thinking permite, usando su metodología, que ese niño no muera creando valor para las personas y empresas.