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Este viernes, 21 de abril, se celebra el Día Mundial de la Creatividad. Por eso, a continuación encontrarás hasta tres claves para reforzar en tu empresa una de las soft skills más importantes y que te ayudarán a sacar adelante cualquier proyecto.
La creatividad se puede definir como la capacidad de generar ideas nuevas y originales que solucionen problemas y desafíos de manera innovadora. En otras palabras, se trata de la habilidad para pensar ‘out of the box’ y encontrar soluciones creativas a problemas cotidianos.
Es un proceso cognitivo que involucra la imaginación, la intuición, la observación y el pensamiento crítico. Además, a través de la creatividad, las personas pueden encontrar nuevas formas de hacer las cosas, mejorar procesos existentes y desarrollar productos y servicios innovadores.
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Por eso, esta habilidad es muy importante en cualquier organización porque permite adaptarse a los cambios constantes del entorno empresarial. La creatividad puede ayudar a las empresas a desarrollar nuevos productos y servicios, a mejorar los procesos de producción, a encontrar soluciones innovadoras a problemas complejos y a diferenciarse de la competencia.
Además, trabajar esta habilidad puede fomentar un ambiente laboral más dinámico y motivador, donde los empleados se sientan valorados por sus ideas y se les dé espacio para experimentar y probar nuevas soluciones. En resumen, ponerla en marcha a través de distintas técnicas favorece la innovación y la diferenciación, que son dos factores clave para mantener la competitividad y el éxito empresarial a largo plazo.
Hoy, Día Mundial de la Creatividad, aprovechamos la ocasión para proponerte tres claves alrededor de este concepto para que comiences a aplicarlas a tu organización.
La creatividad y la innovación no son lo mismo
La creatividad consiste en cambiar las percepciones personales, mientras que la innovación busca cambiar la realidad. Cuando se innova, se mejora algo para hacerlo más barato, más colorido o con más funciones. La creatividad, por el contrario, consiste en cambiar la forma de ver el mundo, es decir, encontrar nuevos paradigmas. Ese nuevo punto de vista permite vislumbrar nuevos productos o servicios, reducir costes, perfeccionar procesos o redefinir toda una industria.
La otra diferencia clave es que los individuos son creativos, mientras que las organizaciones innovan. Una sola persona no puede innovar, porque se necesita un equipo, un grupo. El papel de la organización es proporcionar el entorno adecuado para que las personas sean creativas y, en un mundo ideal, lo que sigue es la innovación por parte de la organización.
Ninguna idea es buena para siempre
Los modelos mentales o «cajas» cambian periódicamente, en una especie de función escalonada. Por ejemplo, las compañías pasan de «somos una empresa de bolígrafos» a «somos una empresa de objetos de plástico desechables», o de «nuestra estrategia es x» a «nuestra estrategia es y». Pero el mundo cambia gradualmente.
Es por eso que cualquiera de esas cajas o modelos quedará desfasada en algún momento. Por tanto, ninguna idea es buena para siempre, ni el Modelo T de Ford, ni el iPhone, ni la penicilina. Es sólo una cuestión de cuándo. Por este motivo, en una empresa perfectamente gestionada en la que todo el mundo, en todos los departamentos, hace bien su trabajo, el trabajo del CEO consiste en determinar cuál debe ser la próxima «nueva caja” y cuándo llegará. El momento es clave.
No temer a los fallos te hace más creativo
El ganador de dos Premios Nobel, Linus Pauling, una vez dijo que la mejor manera de tener una buena idea es tener muchas ideas. Un ejemplo de sector que implementa bien este enfoque es la industria farmacéutica en Investigación y Desarollo (I+D): Si un científico dedica años a un compuesto que al final no llega a pasar por los filtros de los ensayos clínicos, este hecho no suele torpedear su carrera; se ve como una parte natural del proceso.