Índice
Dos amigos británicos estaban escalando una montaña en el Perú cuando uno de ellos tuvo un grave accidente y se rompió una pierna.
Como estaban a mucha altura, el compañero decidió que tenían que bajar lo antes posible y comenzó a descolgar con las cuerdas a su amigo herido.
Durante la bajada, el escalador herido que estaba siendo descolgado por su compañero, perdió el contacto con la pared en una zona desplomada y se quedó colgando como un péndulo de la cuerda sin posibilidad de hacer nada.
Su compañero que lo descolgaba desde más arriba, viéndose arrastrado por el peso de su amigo y ante la certeza de que ambos iban a caer al vacío y morir, decidió cortar la cuerda…
El amigo cayó al vacío y fue a parar al fondo de una grieta de más de 50 metros de profundidad. Con la pierna rota, y ante la imposibilidad de volver a la superficie por donde había caído, tomó la terrible decisión de descolgarse e introducirse más en la profundidad de la grieta para ver si podía descubrir una salida por otro sitio que le permitiese salir a la superficie.
Con la poca cuerda que le quedaba y sin saber a dónde le llevaría, se adentró en la obscuridad de la grieta buscando esa posibilidad que le permitiese salvar su vida. No sabía si tendría cuerda suficiente, no sabía a dónde le llevaría ese descenso, no sabía nada. Pero sí sabía una cosa: si se quedaba allí sentado esperando, moriría.
Así que se descolgó hacia las profundidades y finalmente encontró una salida a la superficie a 60 metros de la grieta por donde había caído. Y después de arrastrarse durante tres días sin comida ni agua, llegó al campamento base con las fuerzas justas para sobrevivir. Y vivió.
Esta historia verídica nos debe hacer reflexionar sobre la necesidad de tomar decisiones. Como emprendedor que eres debes olvidar la vieja premisa de que riesgo es igual a malo, y entender que hoy en día, el riesgo calculado es igual a innovación, y es lo que te va a permitir satisfacer las demandas del mercado, hacerlo mejor que la competencia y, finalmente, crear valor y obtener beneficios.
El verdadero precio de no intentarlo: la verdad sobre el fracaso
Por todo esto, desde el Diario de Emprendedores queremos ayudarte y ofrecerte estos consejos para que elimines de tu esquema mental esa losa que muchas veces te paraliza: el miedo al fracaso.
1.- El mayor fracaso es no intentarlo.
El miedo al fracaso paraliza e incita a no hacer nada. Y si no lo intentas nunca sabrás si lo podrías haber hecho bien. Y es que además, se aprende muchísimo más de los errores que de los aciertos, y de lo que seguro que no se aprende nada es, precisamente, de no hacer nada.
Conclusión: Acepta el fracaso; no aceptes “no intentarlo”.
2.- Sé positivo.
Un enfoque hacia la consecución de beneficios siempre conduce a mejores resultados que un enfoque en evitar pérdidas. Muchas ideas se paralizan o no se ejecutan por miedo a que no funcionen. Pero el mundo de la empresa es una cuestión de porcentajes ya que no existe inversión segura. Un proyecto con un 40% de probabilidades de fracaso es un proyecto con un 60% de probabilidades de éxito. Como emprendedor necesitas ver el vaso medio lleno, no medio vacío!
Conclusión: El riesgo de una decisión equivocada es mucho menor que el riesgo de ninguna decisión.
3. Piensa a lo grande, actúa poco a poco.
A la idea de aprender de los errores y ajustar la estrategia durante el proceso la podríamos llamar “fracaso positivo”. Puesto que se aprende más de los errores que de los aciertos, es una buena idea implementar los proyectos o las innovaciones paso a paso para así poder ir ajustando los resultados de una forma más racional y consecuente.
Conclusión: cuando algo salga mal, no midas el fracaso, mide y celebra el aprendizaje.
4.- Actúa poco a poco, pero actúa.
Cuando estés definiendo una idea que quieras implementar, debes estudiarla y analizarla desde todas las perspectivas y en profundidad. Sin embargo, llegará un momento en que te encontrarás dándole vueltas a lo mismo una y otra vez. Entonces sabrás que es el momento de actuar e implementar. No dejes que el análisis te lleve a la parálisis. Cuando implementes tu idea, actúa rápido ante los primeros signos de fallos detectados y corrige sobre la marcha para evitar males mayores.
Como emprendedor, el verdadero fracaso es no intentarlo. El verdadero precio de intentarlo no es lo que cuesta hacerlo, sinó el precio de no intentarlo.