La esperanza de vida o, mejor dicho, su aumento en los países desarrollados, es un factor crítico para el estado del bienestar. Hoy en día, dos tercios de las mujeres y la mitad de los hombres nacidos en las sociedades desarrolladas occidentales alcanzarán los 80 años. Esta realidad lleva asociada el riesgo de longevidad, ya que estas personas corren el riesgo de sobrevivir a los ahorros que han acumulado durante su vida laboral.
En nuestro país, en concreto, la esperanza de vida en España es de 83,1 años, una cifra que en 2040 alcanzará los 85,8 años convirtiéndose en el país más longevo del mundo.
Para Sergi Simón, coordinador del Área de Gestión de Riesgos de EALDE Business School, si la población envejece, las consecuencias esperadas son básicamente tres.
“La primera es que se van a requerir mayores atenciones sanitarias (médicas y de cuidados), dado que, a más edad, mayor es la dependencia y también la prevalencia y severidad de las enfermedades. En segundo lugar, está el hecho de que se van a requerir más fondos públicos para garantizar unos ingresos mínimos a todas las personas jubiladas. Es decir, el sistema de pensiones va a tener que proporcionar ingresos durante un mayor periodo de tiempo. Y, en tercer lugar, una población envejecida puede tener un efecto sobre la disponibilidad de fuerza laboral y, por tanto, sobre la productividad”, mantiene Sergi Simón.
Sin embargo, es importante destacar que el riesgo de longevidad también presenta oportunidades para el desarrollo de nuevos sectores económicos. En este sentido, Sergi Simón sostiene que puede haber una mayor demanda de servicios relacionados con el envejecimiento saludable, la tecnología asistencial y el ocio para personas mayores.
IMPLICACIONES DEL RIESGO DE LONGEVIDAD
El impacto de la longevidad está condicionado por varios factores. De hecho, según el Gobierno y las autoridades trabajen hoy en políticas públicas, podremos ver unos u otros efectos. Para mitigar o evitar los impactos asociados a la longevidad, los expertos de EALDE Business School señalan que se requiere tener un sistema de pensiones acorde a la esperanza de vida, incentivar la natalidad o la inmigración de fuerza laboral joven, tener dimensionados los sistemas sanitario y asistencial a la población usuaria prevista; incentivar el ahorro privado para garantizar a la gente mayor, recursos económicos suficientes sin tensionar los fondos públicos hasta sus límites e incentivar el ‘negocio’ de la longevidad, es decir, fomentar el crecimiento empresarial de productos y servicios orientados a este segmento de la población.
“El esfuerzo dedicado a cada uno de estos puntos condicionará el impacto final sobre una población más longeva o sobre una población más envejecida”, explica Sergi Simón.
Una visión positiva sobre este riesgo la aporta el director de la escuela de negocios, Enrique Farrás, que destaca que, “si las personas viven durante más tiempo, también va a consumir más y a contribuir más al sistema público de pensiones, ya que la edad de jubilación es mayor” y no se favorecen las prejubilaciones.
Otro aspecto destacado por Farrás es que “las innovaciones en salud, contra algunas enfermedades como el cáncer, pueden lograr extender los años de vida libres de problemas de salud o discapacidad”.
IMPACTO EN EL SECTOR ASEGURADOR
Aunque sea una buena noticia que las personas puedan vivir cada vez más tiempo, esto puede suponer un gran desafío para la sociedad. El riesgo de longevidad afecta directamente al sector privado, en concreto a las compañías aseguradoras y a las rentas vitalicias que fueron vendidas con tipos de interés muy elevados.
El experto de EALDE Business School sostiene que “este riesgo tendrá un impacto en el sector seguros en el tema de las rentas vitalicias y en el seguro de vida. Si las personas alargan su vida, el coste de este tipo de seguros bajará y será más barato contratar una póliza de seguros de vida, con lo cual el beneficio para la aseguradora se verá reducido”.
Farrás apunta a su vez al riesgo de otro de los productos de ahorros ligados a la jubilación. “Si vamos a vivir durante más tiempo, las compañías tendrán que pagarnos durante más tiempo. Un ejemplo de esto son las rentas periódicas todos los meses. En ese sentido, los seguros relacionados con la jubilación y el ahorro se van a encarecer. Si queremos la misma renta, tendremos que pagar más por ello”.