De llegar con lo puesto a abrir la empresa en Barcelona con delegaciones en Miami, New York y Madrid


Aleksander Neugebauer.

Un 29 de noviembre de 2001 firmé la compra de mi casa. Era la primera vez que me compraba un hogar, pero además estaba volviendo a mi pueblo, al lugar que me había visto crecer. Fue un día muy emocionante. Recuerdo ese momento cuando tuve los papeles de compra frente a mí como si fuera hoy, recuerdo el bolígrafo bic y cada detalle de la oficina de la notaria.

Era un día jueves de una época ya calurosa, lo recuerdo bien porque al día siguiente iba a correr mi primer regata desde Buenos Aires a Punta del Este y deseaba mucho ese momento para sentir la brisa del viento.  Eran las 6 de la tarde del viernes cuando embarcados en un velero de 32 pies,  zarpamos del puerto de Buenos Aires rumbo a Punta.

Que pulcritud tienen siempre las embarcaciones.  Las modernas tan blancas, las antiguas con sus maderas tan cuidadas. Que increíble era todo, en ese entonces ya era propietario de una hermosa casa de dos plantas, con un verde jardín delante y otro detrás y estaba cruzando el río de la plata. Esa misma noche, recuerdo vagamente que antes de que se corte la señal de móviles, recibí un llamado que me alertaba de que estaba ocurriendo algo extraño en los bancos de Argentina pero no le di mayor importancia; me dije a mi mismo: el lunes ya veremos qué pasa. En aquel momento  estaba en la carrera y llegaríamos a puerto nuevamente en la mañana del domingo 1 de diciembre.  Luego de una fuerte tormenta (una experiencia inolvidable, casi vaticinadora) amarramos en el puerto de Punta del Este y fue la primera vez que conocí lo que era un mareo de tierra. Después del desayuno salimos a caminar por la ciudad y al comprar el periódico Clarín de Argentina descubrimos un nuevo término que se incorporaría para siempre en la mente de los argentinos y el resto del mundo: “el Corralito”.

No sabíamos muy bien que significaba, no había certezas de nada, pero en algo coincidíamos, con el resto de los tripulantes, argentinos ellos también, esto no tenía buena pinta.

El regreso a Buenos Airesen la mañana del lunes, fue un no parar de hacer llamadas teléfonicas para poder saber algo más de lo que sucedía, pero no había mucha conciencia del asunto, lo que ocurría era que desde el viernes anterior ya no se podía retirar dinero de los bancos, todo el dinero que podíamos poseer paso de ser real a virtual. Es decir, si consultabas tus cuentas bancarias, tu dinero figuraba, pero la realidad era que si querías retirarlo no era posible sacar más de 400 pesos a la semana.

Así fueron transcurriendo los días y mi trabajo cambió; pase de ser el dueño de una pequeña agencia de publicidad a ser un ejecutivo de cuentas, el contable, a veces el diseñador gráfico y también a ser un experto en inventar sistemas que me permitieran ir retirando el dinero que tenía en los bancos, y así poder ir haciendo los pagos de la casa que acababa de comprar, esto me dió la oportunidad de ser muy creativo.

Si, puse toda mi creatividad  para desarrollar propuestas y alternativas para que mis clientes eviten pagarme con cheques, y de esta manera, sortear a los bancos y su corralito.

Y así pasaron los días y llegó “el Cacerolazo” y la renuncia de un presidente constitucional (los problemas económicos afectaron a toda la sociedad en su conjunto) y una sucesición veloz de cambios de presidentes en el gobierno argentino, con todas las incertidumbres lógicas que esto acarreaba.  Hasta que el 22 de diciembre por la tarde me llamo mi amigo Massi desde Italia para saber cómo estaba y para ofrecerme que me vaya para allá.

Fue la primera vez que me plantee seriamente emigrar. Recuerdo estar cortando el césped de mi nueva casa. Casa que no sabía si podría terminar de pagar, esta duda recuerdo que se fue develando poco a poco. Primero fue la devaluación, la falta de clientes, de trabajo y luego fue la falta de respaldo del gobierno lo que me hizo ver muy claro que sería prácticamente imposible poder pagar mi casa y menos aún seguir adelante con mi empresa

Pero nunca perdí la fe de que de alguna manera lo resolvería, fue entonces cuando por segunda vez me plantee como posible la propuesta de mi amigo italiano de emigrar hacia Europa. Lo comente con mi amigo Eduardo, quien me confesó tener todo listo para emigrar  Para ese entonces ya estábamos en el mes de marzo, y la devaluación había llegado al 350%. Es decir todo lo que podíamos tener valía 3,5 veces menos.

Entonces volví a cambiar mi “profesión” me convertí en agente cambiario de dinero, cobraba en bonos, los cambiaba por pesos argentinos, los cuales volvía a cambiar por dólares americanos y paralelamente comencé a rescatar papeles de mis abuelos para poder solicitar la ciudadanía Polaca.

Así fue que el 11 de abril de 2002 me subí a un avión de Alitalia y comenzó mi gran aventura. No sabía muy bien qué haría, incluso recuerdo preguntarme a mi mismo: ¿qué vas a hacer cuando te bajes del avión?

Llegué a Milán, y en dos días ya estaba en Polonia para regresar nuevamente a Italia, donde por mi falta de papeles me era imposible conseguir trabajo a pesar del esfuerzo de mi amigo Massi.  Fue entonces cuando decidí irme a Madrid, por lo menos hablaban la misma lengua pero luego de 5 días en esa hermosa ciudad y al no terminar de sentirme bien, decidí viajar a Barcelona para luego regresar a la Argentina a comenzar de nuevo. Pero sin embargo, fue un 30 de abril cuando sentí que por fin había llegado a mi lugar. En aquel momento sólo me quedaban algo más de 1000 dólares, mucho no podía hacer. Luego de 10 días conseguí alquilar, junto a otra persona, un piso en el barrio de Roquetas de BCN, en la calle Jaume Pinnent con Mina de la Ciutat, lo que hizo que mi capital se redujera nuevamente pero esta vez a solo 5 céntimos, fuí en ese entonces el hombre más pobre y más rico a la vez:  Tenía casa.

Me mude un día viernes 10 de mayo y al día siguiente, luego de pensarlo mucho, me atreví a llamar a mi amigo Massi nuevamente, estaba vez para pedirle que me prestase 100 € y me comprometía a un término máximo de 3 meses para devolvérselo.  El domingo 12 de mayo mi compañera de piso compro La Vanguardia y comenzamos a buscar ofertas de trabajo. Recuerdo que el lunes y gracias a la tarjeta de metro pude ir a las entrevistas, la primera fue con la revista La Netro, que luego de una entrevista muy agradable al preguntarme por el estado de mis papeles, me agradecieron haber ido a la entrevista y me invitaron a volver cuando los tuviera. Por un momento me sentí triste pero era algo que sabía podía ocurrir; luego de eso fui a otra entrevista con la empresa Axinita, una pequeña agencia de venta de espacios comerciales, se comprometieron a llamarme para darme una respuesta.  Desde allí tomé la línea azul de metro en Sant Pau y me dirigí a Cornella a mi última entrevista. Era una imprenta muy pequeña, donde me ofrecían un trabajo de venta pero sin paga, sólo a comisión, pero ya era más que nada.

Ese mismo día cuando regresaba a mi piso y luego de hacer combinación en la estación Llucmajor entre la línea amarilla de metro y el autobús nº 32 sonó el móvil de prepago que tenía, era la empresa Axinita, para una segunda entrevista, en ese momento me sentía el tipo más afortunado de la tierra.

En esta segunda entrevista me confirmaron que quedaba seleccionado y podía empezar a trabajar al día siguiente. Ya tenía dos trabajos a falta de uno, una diferencia abismal si miraba sólo un mes atrás, qué más podía pretender?

Los días pasaron y se me hacía muy difícil trabajar en los dos lugares a la vez porque los horarios no me lo permitían. Entonces me decidí por quedarme vendiendo espacios comerciales para la empresa Axinita. Recuerdo que vendíamos espacios para una guía turística de la revista Interviú, mi sueldo era de 682€ (una fortuna para mí). Me esforzaba mucho vendiendo y llegue en el primer mes, a vender lo suficiente como para que las comisiones superarán en tres veces mi sueldo.  Fue por aquel entonces que noté que algo raro pasaba dentro de la empresa.  Le comenté mis inquietudes al dueño y basándome en mi experiencia como emprendedor le dí mi punto de vista acerca de ciertas situaciones , El tomó la decisión de realizar una auditoría y descubrió que lo estaba estafando la directora comercial y en menos de una semana la empresa cerró.

Transcurría el mes de junio, un 26 de junio más exactamente, de un verano que comenzaba siendo muy lluvioso. Anixita atravesaba una situación financiera y económica muy mala, el dueño me dijo que no podría pagarme las comisiones. Qué podía hacer yo? Pensé. No tenía papeles por lo tanto tampoco tenía derecho a reclamo alguno.

Pero en compensación me ofrecía prestarme su tarjeta de crédito para que pueda comprarme un ordenador el cual luego le pagaría mes a mes. 92 € mensuales.

Fue cuando fui a visitar a un amigo que estaba instalando una heladería en la Barceloneta;  al contarle mi situación, me pregunto si sabía algo de albañilería y siendo muy sincero le dije que no, pero si me daba la oportunidad yo podía aprender rápido.

Así fue que comencé con mi primera experiencia como paleta y me fue bastante bien.  Día a día aprendía cosas nuevas.  Me aseguraba un trabajo de 12 horas diarias durante 6 meses po r lo menos, mientras que al mismo, tiempo por las noches, practicaba haciendo diseños en el portátil que me había comprado. Hasta que un día, por un amigo de un amigo, conocí a una persona que me encargó mi primer trabajo, la única condición era que si el trabajo era aprobado me pagaban pero si no era aprobado no me pagaban nada. Era una “gran oportunidad”, dado que era la posibilidad de volver al mundo de la publicidad a pesar de no tener papeles y sin conocer a nadie del ámbito. Recuerdo que el breffing era, realizar un anuncio para publicar en medios gráficos para el C.C Mataro Park, y de los 3 bocetos que presenté fue aceptado uno.

Para ese entonces, era septiembre y la obra de heladería estaba terminándose, era claro me venía muy bien tener otra opción laboral en la mira.

Fue entonces cuando recupere mi idea inicial de ser emprendedor! Antes de emigrar mis amigos de Argentina me preguntaban: qué vás a hacer en Europa sin papeles? yo sólo respondía: lo mismo que acá, voy a tener mi propia empresa.

La aceptación de ese breffing me llevó a recordar aquellos días y fué el punta pié inicial.  En octubre, y al haberse terminado la obra de la heladería, comencé a visitar potenciales clientes para ofrecer mis servicios de diseño, al principio fue muy duro, por lo que opté en cambiar de estrategia y ofrecí diseño y producción. Los primeros clientes que tuve fueron bares, luego tiendas de ropa a quienes ofrecía realizarles los escaparates y decorárselos con vinilos pero claro, eran tiendas pequeñas y les costaba entender que les decore los cristales.  Además no lo necesitaban,  ya vendían sin la intervención de mis servicios. Reinventaba mis propuestas una y otra vez, hasta que alguno me aceptaba las ideas y los presupuestos.  Cuando eso ocurría, me hacia publicidad en todos los comercios de la zona y así conseguía clientes nuevos. A los tres meses ya había comprobado que uno de los principales obstáculos, eran los proveedores de vinilos de corte, porque  no solo era muy caro (lo cual complicaba más mis posibilidades de venta), sino que nunca cumplían con los plazos que me daban. Así fue que tome mi primer gran decisión, invertir en un plotter de corte.  Una máquina que sirve para cortar vinilos pero que yo no tenía ni idea como se usaba incluso al comprarla me quedaría sin dinero, pero quien no arriesga no gana y decidí hacerlo. Fue así que compré mi primer plotter de 60 cm de ancho, un plotter coreano, mucha gente me decía no compres coreano porque no tiene calidad, pero ese plotter me ayudo a ganar muchos clientes. Incluso aprendí, además de a usarlo, a cómo ahorrar material y poder duplicar el beneficio sobre un metro de material. En el mes de marzo de 2003, vi el anuncio de un local en alquiler   en la calle Badajoz del Poble Nou,  y me dije:  ya es hora de dejar de trabajar desde el salón de casa! (que además me quedaba pequeño y la mayoría de las veces algunos trabajos debía hacerlos en la terraza).  Sentí que tenía que seguir arriesgando y llame a la agencia que lo alquilaba.

Luego de ver el local y llegar a un muy buen acuerdo de meses de carencia de pago, opté por firmar el contrato.  Comencé a trabajar en la obra de nuevo, pero esta vez y gracias a lo que había aprendido en la heladería, podía arreglar un local que hoy y viéndolo a la distancia me doy cuenta que estaba en muy malas condiciones (por eso supongo que el acuerdo con la inmobiliaria fue tan fácil de cerrar); la frase común de todas las personas que venían a conocerlo era: …Uy esto está destruido!  Pero dónde los demás veían destrucción, yo veía posibilidades

En el mes de mayo, un año después de haber llegado a Barcelona, el local estaba en condiciones de abrir al público.

En una ciudad donde la recomendación vale mucho, creo que fue el entusiasmo y pasión por el trabajo lo que atrajo más y más clientes.  Esto me permitió, paso a paso, expandirme en el negocio.  A mediados de ese año éramos 3 personas trabajando:  una diseñadora,  una administrativa y yo que vendía, compraba, instalaba, limpiaba, hacia lo que hiciera falta  para que mi emprendimiento funcionase.

Para aquel entonces, además de diseño, ploter de corte y montajes, comencé a ofrecer impresión digital en gran formato. Volví a subcontratar y volvieron los problemas puesto que mi empresa estaba (y sigue estando) enfocada en brindar servicio de calidad con  plazos de tiempos prácticamente imposibles de cumplir, pero ese es el reto:  dar lo que otros no pueden.  Siempre digo que de todo/s se aprende y de lo que más aún se puede aprender es de los errores de los otros.  Cada vez que la competencia erra y un cliente queda insatisfecho yo veo una oportunidad de crecimiento, de negocio.

En Octubre de 2005, decidí comprar el primer plotter de impresión y eso trajo más posibilidades de trabajo. El local inicial que parecía gigante con sus 120 metros cuadrados, quedó pequeño y alquilé otro local enfrente sobre la misma calle y luego otro, y más tarde otro más, finalmente en el 2008 nos mudamos a un local 4 veces más grande que el inicial. Hoy ese local también es pequeño, y en el mes de agosto ya estaremos instalados en una nave de más  de 1000m2.

Luego de años con crecimientos de hasta el 300% anual y brindando servicio en toda Europa, parte de Asia y Países Arábes hemos decidido abrir nuestra primera delegación en Madrid que se suma a las que también contamos en New York y Miami.

Hoy somos una empresa que brinda servicio de diseño gráfico, diseño industrial, impresión digital en gran formato, impresión textil por sublimación en gran formato, fabricación de mobiliario comercial, diseño y montaje de stands, creación de espacios comerciales llaves en mano y montajes/intslaciones en cualquier lugar del mundo.  Y todo esto lo logramos gracias a un maravilloso equipo que cree en los riesgos que decido tomar y que por sobre todo trabajan con un solo objetivo, la satisfacción del cliente.

Pero lo mejor esta por llegar aún, hoy al igual que hace 7 años atrás, todo vuelve a comenzar. Si bien estamos atravesando una época en términos económicos muy compleja, ya lo dicen los chinos: las crisis son oportunidades.  Y ésa es fundamentalmente mi manera de interpretar esta época. Por eso apuesto firmemente al proyecto USA, donde en los primeros meses de actuación ya puedo ver un futuro prominente, donde siento que vuelvo a empezar, que tengo otra gran oportunidad, donde esta todo por hacer… como aquel día que comencé en la calle Jaume Pinent!

Aleksander Neugebauer


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