Esta historia de Gustavo Agudo te deja muy buen sabor de boca. Y lo hace porque lo podríamos hacer muchos de nosotros pero el miedo a tomar decisiones nos hace que sigamos y sigamos en nuestra rutina del día a día. Unos más afortunados ya han tomado la senda de emprender y aunque están en su ciudad de toda la vida, lo hacen más libres al controlar su agenda y su vida tanto personal, profesional como familiar.
Gustavo trabajaba en la cadena hotelera de AC Hoteles hasta que un día dijo «basta!».
Como responsable de la recepción de un Hotel de la cadena, Gustavo sabía que tenia que intentar vivir mejor y desarrollarse más como profesional. El sueldo y los horarios le impedían evolucionar en cualquiera de las direcciones que se planteara. Tenía que tomar la decisión, y apoyado por la familia se lanzó a hacer la gran apuesta de su vida. Un gran giro en todas sus dimensiones.
Decidió que con su experiencia y sobre todo con su «don» de gentes le permitiría poder articular el proyecto de tener su propio local de ocio. Fiel seguidor del respeto cultural y de la diversidad social, su idea era articular un espacio donde mezclaría la diversión con una oferta cultural donde se pudiese representar y conocer arte de cualquier grupo o clase. El país también debería ser diferente y buscando un paraíso para poder desarrollar el proyecto personal y la vez gozar de un tipo de vida soñado, se decidió por la República Dominicana.
Allí montó La Nit que está en Nagua, al noreste de la isla.
Eso fue hace ya un año. El inicio fue difícil como cualquier proyecto de un emprendedor. Y se agrava por la dificultad de encontrarse en otro país, pero su valoración final es muy positiva. No tanto por el éxito del local que ya han decidido mudarse a la zona de Bavaro para enfocarse más a los turistas y no tanto a la población local. Su éxito viene por el esfuerzo, por la decisión de emprender. Los resultados económicos le vendrán y de forma creciente con las decisiones que vayan tomando. Es así como se gestiona los proyectos de los emprendedores: con decisiones constantes y mucha pasión por el proyecto.
La parte menos positiva viene del choque cultural entre los formas de vida: la occidental y la caribeña. No se puede pasar por desapercibido dicho aspecto y pensar que nos mutaremos en un plis plas. Nos comenta Gustavo que solo tiene dos amigos de verdad. Que el concepto de amistad es continuamente traicionado y su desengaño le lleva a no fiarse de nadie y ser receloso de cualquier aproximación. Por contra nos habla del clima, de la amabilidad (real o interesada), de la comida y del poco estrés de todos. Y sobre todo nos habla de su proyecto que ahora es el suyo.
Ahora está aquí de vuelta para pasar la navidad y comerse los turrones con los suyos. Volverá a su paraíso y seguirá con sus decisiones, su proyecto y su vida. No todos pueden decir lo mismo!