Siempre hemos sido muy positivos en los resultados que obtiene un emprendedor. Pero a veces las cosas no salen como uno quiere y acaba imponiéndose el fracaso a un proyecto que nace con mucha ilusión pero con muchos retos a superar. Personalmente siempre he tenido éxito en las aventuras que he iniciado y me costaba mucho pensar en un posible revés pero hoy tengo que admitir que uno de los proyectos estrella que estaba impulsando no va a ver la luz. Se trataba del Parque Temático de Emprendedores, que empezó como un sueño, llegó a coger cierta forma pero al final no ha visto la luz del túnel que hubiera supuesto la creación y apertura del primer parque para fomentar el carácter emprendedor entre sus visitantes.
Han sido varios los errores cometidos. Desde el nulo apoyo de la administración, pasando por la falta de recursos financieros que requería el proyecto hasta por los posibles errores cometidos en la elaboración de los socios impulsores. Pero no queremos señalar a nadie y asumiremos toda la culpa. Hemos sido nosotros y nosotros nos hemos equivocado estrepitosamente. El fracaso de no llevarlo a término nos tiene que ayudar a reflexionar sobre los errores para aprender de ellos y sobretodo para salir reforzados. Porque ese es al final el último aliento que tiene un emprendedor. Aprender de sus errores, especialmente cuando se pierde una cantidad de dinero importante y que se evapora sin ningún tipo de posibilidad de recuperación.
Esta capacidad de querer volver a tener los recursos es importante considerarla porque hay cierto grado de venganza con uno mismo para intentar recuperar las cantidades invertidas. Lo mejor es olvidarse del proyecto e intentarlo de nuevo con uno nuevo, con un nuevo sueño y con nueva y renovada ilusión.
Y así vamos a proceder. No nos achicamos ni tampoco nos hundimos, aunque si que es cierto que los varapalos dejan a uno «tocado». Pensaremos en nuevas ideas, volveremos a poner en marcha acelerada nuestros cerebros para conseguir un nuevo plan emprendedor. Queremos arriesgar y no caer en la auto complacencia ya que no va con nosotros ni con nuestra manera de ser. Hemos aprendido del fracaso y de la pérdida de recursos. Volveremos con nueva energía y la satisfacción de que por lo menos lo hemos intentado y no fue simplemente una idea durmiendo en un cajón.