Desayuné hace unos días con Carlos cuyo hermano David es ingeniero agrónomo y me comentaba de los proyectos para emprender que tiene en la cabeza. La situación de David podría asemejarse a la de los abogados, economistas, arquitectos, pedagogos, y gran mayoría de titulaciones universitarias de este país. La gran mayoría de ellos no está ejerciendo de lo que esperaba. Y los que lo están son «soldados» donde reciben instrucciones, ejecutan y de vez en cuando les dan un bonus o premio.
El temor o desconocimiento del tema emprendedor les hace que no tomen la iniciativa. Saben soñar pero especulan siempre sobre los riesgos y dificultades que se encontrarán, residiendo la mayoría de ellas en su propia cabeza y no en la realidad. Los emprendedores saben gestionar y cambiar la realidad.
Una oportunidad para todas estas profesiones es la que les brinda a los ingenieros agrónomos. Se trata de una situación muy similar a la que describimos con Anabel. Un proyecto que cuidaría los jardines de las casas de segunda residencia así como la vegetación de zonas comunitarias. Han proliferado mucho en estos años al calor del boom inmobiliario. Los que llegan el fin de semana no quieren pasarse el mismo limpiando el jardín o cortando setos. Lo hacen al principio pero luego se dan cuenta que la naturaleza es más compleja y sus habilidades están lejos de allí.
Los costes de empezar son relativamente bajos, se puede complementar con un trabajo hasta conseguir los primeros clientes y no hay financiación necesaria. Solo se pide determinación y voluntad: actitud emprendedora