Son esos tipos que solo piensan en trazarse una vida profesional sin plantearse el goce de la vida personal. Hay unos cuantos y lo peor es que suelen dirigir las grandes empresas, el poder político y las grandes instituciones con lo que marcan el destino de la vida del resto de las personas. Actúan y ejercen a cámara rápida, sin gozar de los momentos, sin hacer pausas y analizar como les va. Viven engañados en su propia mentira hasta que un día despiertan.
El sistema financiero está plegado de ellos. Y el afan de ganar más les ha llevado a una especulación brutal contra todo aquello susceptible de poder apostar. Es como una lotería pero juegan con las ilusiones de la sociedad, de las personas, con el dinero de los ahorros de todos nosotros, y ahora con las cifras de deuda y déficit público de los gobiernos. Que hagan lo que quieran y posiblemente bajo el marco legal de los liberales, es aceptable. Pero no lo es bajo un punto de vista social o personal.
Los emprendedores nos movemos con otros parámetros. Somos más austeros, más precavidos, más sensibles a la realidad que nos rodea para tomar riesgos y decisiones. Hace ya cosa de meses vimos la crisis llegar y afectar a nuestro modelo y proyecto de vida. Pero ajustamos rápidamente nuestra estructura de gastos y nos vamos reponiendo como podemos o como nos dejan. Pero somos optimistas y ahora más que nunca vemos que es el único camino a seguir.
Posiblemente emprender se convierta en la forma de hacer y vivir de todos aquellos que han padecido estos momentos de incertidumbre y desánimo. A todos ellos les invitamos que prueben soñar y emprender, y verán que es el mejor desarrollo personal y profesional.
Y a los que manejan el cotarro con decisiones puramente financieras, les pedimos que les vaya profesionalmente muy mal. Y así se darán cuenta que la vida es algo más que correr rápido para llegar el primero, ya que lo hacen con los ojos vendados y sin posibilidad alguna de celebrar su victoria. A veces es mejor llegar el último y ver que te esperan los seres más allegados que se alegran de la proeza que acabas de conseguir.
Seguro que conocéis profesionales de estos. Hay que huir de ellos, respetarlos si, pero sin reirles su gracia ni hacerles juego a su ego personal. La vanidad tiene un límite y no podemos que unos pocos arruinen el bienestar y los valores que sustentan una sociedad. Nuestros hijos deben tener otro tipo de referentes y modelos a seguir.