Con la actual coyuntura económica, hay formas de proceder de las empresas que tienen que cambiar. Hay que ser ingenioso, cambiar todo aquello que no funciona y probar nuevas formas de atraer a los clientes. Además tenemos que romper los moldes que encorsertan a la empresa y le impiden desarrollar todo su potencial de crecimiento.
En el caso de los lugares entrañables más se debe aplicar la teoría de la cooperación. Algunos economistas lo definen como la necesidad de coopetir o coopetencia. En otras palabras, sería ser flexibles en los planteamientos que la nueva economía y sociedad requieren. A los Directores y Gerentes les han formado para tener esta visión de saber aprovechar al máximo los recursos disponibles, sin importar si son propios o ajenos. Algunos parece que no se acuerdan de lo que les enseñaron. Sin embargo, el cocinero Jaume sabe muy bien lo que se hace y está planteando batalla a una guerra que no ha iniciado él.
La Fonda Fangara en Vallfogona de Riucorb es una posada familiar. De esas que quedan pocas por España pero cuando se encuentran, uno se alegra de haberse topado con ella. De aspecto sencilla por dentro, la arquitectura de siglos pasados le da un estilo de grandeza que invitan a adentrarse en ella. Dispone de 34 habitaciones y servicio de restaurante, y se encuentra a las afueras del pueblo de Vallfogona de Riucorb que forma parte de la ruta cultural del Cister en la Conca del Barberà, Cataluña. Es difícil de parar en ella a no ser que te lo indiquen previamente. La otra opción es si vas al Hotel Regina Spa de la cadena City Hotels. Este hotel también se encuentra a las afueras del pueblecito antes comentado y a apenas 50 metros de nuestra fonda.
Jaume, su cocinero y a la vez dueño de la Fonda, lleva en los fuegos (de cocina) más de 50 años. Ha pasado por los más variopintos restaurantes en Cataluña y otros paises como Rusia y Polonia. Hace cocina casera, deliciosa y acompañada de un estilo culinario propio basado en la sencillez pero con sabor. Esto último parece que se ha perdido ya que todo sabe igual a no ser que le pongas salsa de lo que sea.
En el Hotel, ven a Jaume y su Fonda como un competidor. A cada huesped que les solicita algún lugar para ir a comer, lo mandan lejos, obviando la fonda que tienen justo al lado. Que absurdo, porque nada más salir del Hotel te encuentras con la Fonda y su puerta abierta. Jaume te recibe con las manos abiertas, envuelto en su bata blanca de cocinero. Te ofrece lo mejor de lo mejor y todo por un precio que no supera los 13 euros. En el hotel, cada plato sale a 15 euros con lo que la diferencia tanto en gusto como en precio es a favor de la Fonda. Pero siempre se acaba cenando o comiendo en el Hotel porque es de encanto y apetece saborear el bonito salón restaurante bajo un ambiente romántico, música y con unas velas encima de la mesa que te transportan lejos de la rutina de la ciudad.
Pero también acabas comiendo en la Fonda por querer variar. Y es aquí cuando uno se plantea lo absurdo de competir por parte del Hotel. No se hablan según nos dice Jaume.
Podrían juntos posicionar dicho lugar como de los mejores sitios en España para disfrutar del encanto de un Hotel Spa con una fonda singular. Les llegarían los huespedes a espuertas. Y resolverían la falta de ocupación que obliga al Hotel a cerrar de Lunes a Jueves y a la Fonda no poder deleitar a más gente con su amable hospitalidad.