Han salido las cifras de funcionarios que hay en este país, y que suman la estratosférica cifra de más de 3 millones de funcionarios en el conjunto de las administraciones.
Parece que es una barbaridad y estamos convencidos que el aparato burocrático del Estado y su periferia podría funcionar con 1 millón de funcionarios con trabajo cualificado y el resto hay que hacerlos emprendedores. He aquí un plan para su consecución.
Lo primero que hay que exigir a nuestros políticos es que esta cifra de privilegiados se publique y actualice cada mes. Así sabríamos que medidas se toman en este importante tema que tanto afecta al conjunto de la población.
Veamos algunas cifras de este importante volumen de funcionarios. A una media de 1.200 euros netos (y es poco porque hay que saber que hay una numerosa clase política de funcionarios que tienen cargos con nóminas escandalosas y poco impacto laboral) que recibe cada funcionario, a 14 pagas y por los 3 millones que hay, nos da la friolera cifra de 50 mil millones de euros al año, y sin contar las cargas sociales que darían una cifra estimada de 84.000 millones de euros anuales.
Para valorar el impacto de esas cifras, recordemos que el debate de subida de impuestos tiene el objetivo de captar «solamente» 15.000 millones de euros.
En cuanto a la productividad de los funcionarios, de todos es conocido que las administraciones podrían funcionar mejor con plantillas más eficientes y por consecuente más reducidas.
Al haber menos empleados, habría menos circuitos burocráticos y más transparencia y efectividad en la Administración, además de clarificar las responsabilidades y deberes entre los entes locales, autonómicos y centrales. Se pondrían las pilas para sacar sus obligaciones para sus conciudadanos.
Y además serían mucho más felices ya que estarían realizados profesionalmente, se sentirían parte de un proyecto y actuarían como verdaderos emprendedores en una organización.
El plan es convertir los 2 millones de funcionarios en Emprendedores. Y no hay tarea más fácil que explicarles que van a vivir mejor, van a sentirse más realizados profesionalmente y encima van a ganar más dinero.
Y todo con un efecto directo en la economía al crearse multitud de proyectos y empresas nuevas. De entre todos los funcionarios, hay que fijarse en los de la parte de arriba o dicho de otra manera los jefes, que son los que se tienen que ir.
Hay que motivarles con una indemnización y un programa de asesoramiento que les permita empezar su propio proyecto personal y laboral.
Se acompañaría dicho plan con iniciativas de formación y consultoría personal. Y estas ya las conocen porque las están impulsando ellos mismos desde distintos programas de actuación sobre el autoempleo y el carácter emprendedor.
Los ahorros de estos dos millones menos de funcionarios serían de unos 50.000 millones anuales para todos los presupuestos que irían directamente a una reducción del déficit del Estado y administraciones. Y a menos déficit, menos impuestos para todos y más justicia laboral también para el conjunto de trabajadores que pelean por asegurarse un devenir fruto de su talento y responsabilidad y no tanto de un privilegio funcionarial.