Aprendiendo a ser despedido!!!


Firmado por Nacho Martín.

Siempre he considerado que la rescisión laboral por parte de la empresa a través del pago del finiquito no recompensaba toda mi dedicación y esfuerzo realizado por lo que no me ha quedado más remedio que acabar ante los tribunales. Tan solo en mi primer trabajo decidí irme cansado de falsas expectativas de promoción.
Cada año me prometían que mi ascenso estaba próximo pero la realidad era que siempre se movían las mismas piezas. Al Director Comercial le cambiaban el nombre por el de Director de Desarrollo de Negocio, al Director de Marketing por Director de Ventas y Planificación, al Director Regional por Director Territorial, …y así cada dos años teníamos una nueva organización pero con los mismos directivos. Cansado de promesas que no llegaban nunca decidí cambiar de empresa e inicié un periplo por grandes multinacionales donde el final de la rescisión laboral acababa siempre en los tribunales. No les perdoné ni un céntimo.

Con la experiencia adquirida cada vez fui perfeccionando mi salida de las empresas y la remuneración que percibía en los correspondientes finiquitos. En una ocasión y después de haber planificado a seis meses vista mi despido y ante la ineptitud de mi jefe que no lograba ver mi deseo de abandonar la empresa me vi forzado a provocar el despido en una situación un poco insólita. Yo era Jefe de la delegación de Barcelona y asíduamente recibía las visitas de los mandatarios de la central. En una de ellas me indicaban los nuevos objetivos e incentivos anuales. Estábamos en mi despacho y todo lo que contaban me entraba por una oreja y me salía por la otra. Al final de la reunión, mi jefe me preguntó si estaba contento y entonces fue cuando me alcé y mirándole a los ojos sin pestañear pegué un puñetazo sobre la mesa exclamando «Esto no es lo que acordamos!!». El individuo empezó a temblar, se encasquillaba y no lograba hablar de forma seguida. Yo no paraba de mirarle fijamente a los ojos, retándole y pidiéndole en mis pensamientos que me despidiera. Después de unos tensos segundos de espera solo pudo decir: «Si hubieras hecho esto en mi despacho estarías despedido». Tardó tres meses en volver a la oficina pero esta vez lo hizo con una sonrisa picaruela que reflejaban su satisfacción por despedirme aunque él no sabía que era lo que más deseaba.

En otra ocasión y después de haber recibido hasta el último céntimo en el finiquito decidí reclamar mi variable ante los tribunales el cual no estaba justificado por falta de concreción empresarial. Otra vez los jefes eran de Madrid y se habían desplazado un total de tres representantes de la empresa en el Puente Aereo. Antes de entrar al juicio le dije a mi abogado defensor que pidiera el aplazamiento del juicio por no haber puesto toda la información requerida a nuestra disposición. La otra parte ya estaba calculando el importe del aplazamiento en términos de otro viaje y tiempo por lo que no tardaron en abonar el variable en litigio.

En fin, después de haber trabajado por cuenta ajena uno aprende a que le despidan, y este hecho hay que verlo como una oportunidad para iniciar una nueva vida profesional. No hay que tener miedos y temores al futuro y menos a tópicos infundados de que hay que salir bien de la empresa. Te animo a que saltes hacia adelante, planifiques tu salida de tu empresa, y si puede ser, con un golpe en la mesa…ya verás que satisfacción!!!


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