Esto que presentamos está basado en una historia real que podría repetirse. Y de muchas maneras, no solamente en la decisión de emprender un sueño sino en la forma, en los animales en cuestión y en la zona territorial. Dejarme que os presente a Emiliano. 37 años. Casado y trabajando por cuenta propia. Le va muy bien la vida ya que trabaja en aquello que soñó.
Hace exactamente 10 años, y a la edad de 27, Emiliano quiso empezar su propio proyecto. Vivía en una gran ciudad. Se había licenciado en Derecho y se disponía a trabajar para uno de los mejores bufetes de España. De hecho empezó y enseguida se dio cuenta que aquello no iba con él. Pasaba muchas horas, pasando notas de aquí para allá, haciendo mucho informe con dudoso destino y asistiendo a muchas reuniones para aprender de gente que no enseñaba nada. A los pocos meses se vio envuelto en un proceso interno mental de no querer vivir en aquella ciudad. Su mundo estaba lejos, en sueños que le llevaban a despertarse en lugares remotamente lejos. Y su pasión eran los caballos.
Así que tomó la decisión de irse a vivir a Castilla León, uan comunidad muy lejos de su ciudad natal pero cerca en sentimientos para él. Se reencontró consigo mismo al lado de su gran amor que por entonces empezaba a consolidar. Alquiló una finca grande por unos 6.000 euros al año. Y compró 3 yeguas blancas albinas. Una vez al año, alquilaba un caballo semental para pone a las yeguas. Y con los potrillos, se quedaba las hembras y los machos los vendía por 3.000 euros cada uno.
Al cabo de 3 años, ya tenía 10 yeguas albinas. A los 8 contaba con 30 yeguas entre las que se quedaba y las que iba comprando también. Hoy dispone de unos 30 potros cada dos años los cuales vende por 3.000 euros cada uno (en estos días un poco menos por la crisis). Parece un negocio limpio y provechoso pero no sin sus males de cabeza por la preocupación de mantener a los caballos con buenos prados, agua y una limpieza y confort digno de todo ser viviente.
Emiliano cumplió su sueño. Tu, a que esperas?.