Los recortes presupuestarios son buenos para la economía


Ahora que se habla de los efectos de los recortes presupuestarios por parte de los gobiernos y de la disminución de partidas que originan déficit, es recomendable y analizar los posibles efectos de dichas medidas. Lo fácil es predecir y anunciar en forma de alarmistas titulares mediáticos que afectarán a la recuperación económica de los países que apliquen dichas recetas, pero nos atrevemos a señalar y remarcar que dichos recortes son buenos para la economía y para el bienestar de los ciudadanos.

Pero los recortes van a ser buenos para el economía. La principal consecuencia de los mismos es que afecta a unos cuantos, que son los funcionarios y los que se benefician directamente de la intervención del Estado en el día a día de nuestras vidas: los políticos. Estos dos colectivos son los que verán mermados sus privilegios que se habían ganado de forma abusiva e injusta con la defensa exclusiva de sus propios intereses. Pero una fuerza que corre por numerosos países en boca de los indignados se está alzando y manifestando para corregir y reducir el poder y prepotencia de estos dos colectivos. La gran fuerza social ciudadana ha empezado a andar y a reclamar cierta justicia social y una de sus primeras consecuencias será el declive político de los que actualmente están en el poder.

Volviendo a los recortes de presupuestos. Estos no son más que el resultado a la demanda de los mercados financieros para corregir los despropósitos de los que nos han gobernado. El mensaje que viene en forma del precio de la deuda y su diferencial con la principal referencia en Europa (bono alemán a 10 años) va en la misma dirección que el que proviene de los indignados: no se puede vivir por encima de  nuestras posibilidades. No podemos gastar de forma perpetua más que lo que ingresamos. Las familias lo sabemos muy bien y sabemos gestionar el presupuesto familiar. Ahora le toca el turno a los políticos que gobiernan a aprender dicha teoría básica para cualquier devenir de gestión económica.

No hagamos demagogia con el tema del bienestar ligado a recortes porque no hay mejor calidad de vida que el vivir sin deudas o con un nivel de ésta asumible. Si no que se lo pregunten a quien no debe dinero a nadie. Viven con una paz asombrosa y sin estrés económico. Y el hecho de que los gobiernos gestionen el dinero recaudado de empresas y ciudadanos no es posiblemente la mejor forma de maximizar los recursos existentes y generados en el conjunto de la sociedad.

Todo tiene que ver con la creencia de muchos de que el Estado y sus instituciones deben abastecer y proporcionar determinados servicios sociales, pero esto ha llegado demasiado lejos. Han conseguido (los políticos como gestores y los funcionarios como sus directos beneficiarios en materia laboral) inmiscuirse en muchos rincones del devenir diario con una estructura de gasto sobredimensionada y con poco o nulo control de la posible rentabilidad, tanto social como económica.

Con esto no queremos posicionarnos como unos defensores del Tea Party americano o con aquellos que defienden a ultranza las teorías liberales económicas pero opinar y explicar el punto de partida y opinión es saludable para los ciudadanos, para nuestro sistema y para la pluralidad del conocimiento.

Por lo pronto, reafirmaremos que los recortes perseguidos en el déficit de las administraciones, tanto locales como regionales y estatales, afectarán a la economía de los países. Esto es verdad porque la eliminación de partidas presupuestarias afectarán a  determinados programas que son realizados e implementados por el Estado o por las administraciones pertinentes. Pero en el cortísimo plazo los beneficios empezarán a fluir y a ser tozudos. A menos estructura, menos déficit presupuestario y menor coste del pago de la deuda existente. Dichos recursos ahorrados deberían servir para devolverse a loas ciudadanos con bajadas de impuestos que a su vez servirían de estímulo en el consumo, el ahorro y la inversión. Se iniciaría un círculo virtuoso de la economía.

Cuando hablamos de recortes necesarios, hablamos de reducir la enorme estructura de las Administraciones. Se puede hacer lo mismo con mucha menos plantilla y burocracia. Las instituciones gubernamentales de todos los ámbitos se han llenado de una estructura enorme para acometer los programas sociales que dice que tiene que acometer, con presupuestos y plantillas totalmente sobredimensionadas. Cuando se dice de recortar y disminuir el gasto social, lo único que significa es hacerlos más efectivos, con el personal adecuado y maximizado (sin exceso de personal funcionario), eliminando la ingente cantidad de puestos directivos privilegiados y enchufados por los partidos políticos. La reducción de programas y de presupuestos afecta directamente a los funcionarios. Y si su eliminación es total, tampoco pasaría nada porque será la iniciativa privada quien tome el relevo de dicho programa si realmente es interesante para la sociedad o sería traspasado a otros departamentos de la propia Administración.

Pongamos un ejemplo. Imaginemos que se quiere eliminar las guarderías públicas. Las primeras voces hablarían de desmantelamiento del estado del bienestar en algo tan esencial como la educación infantil. Analicemos la situación. Resulta que en general, hay pocas guarderías públicas en cualquier ciudad o población de este país, y además no cubren la demanda por parte de los ciudadanos con lo que hay listas de espera y familias que se tienen que buscar la vida literalmente hablando. Luego, su posible cierre no es tan serio ni grave porque solo unos pocos agraciados las disfrutan actualmente. Además, para la gestión municipal de estas guarderías públicas se cuenta con una estructura enorme de personal funcionario así como de presupuestos que más que guarderías, parecen palacios de veraniego de auténticos famosos. Las instalaciones de estas guarderías parecen paradores y los alumnos bebes, son huéspedes de hoteles de lujo cinco estrellas. Por cada línea-clase de 10 alumnos, el presupuesto anual y personal disponible podría cubrir hasta 20 veces más, o sea, 200 alumnos, si fuese la iniciativa privada quien lo gestionase. ¿Y por qué no lo hacemos?

Por los efectos de una corriente de opinión que ha defendido que este tipo de servicios los tenía que proporcionar el Estado. Los políticos han aumentado su poder, su ego, sus presupuestos y se han lanzado a querer hacerlo todo con sus actuales consecuencias. La realidad es tozuda y al final, por mantener por ejemplo estas guarderías, estamos en una situación de estado de bienestar insostenible.

Pero quiere decir que si no existiesen guarderías públicas, nuestros niños no irían a la escuela. NO. Las guarderías privadas cubrirían la demanda de las familias y se podría instaurar un programa de becas gestionado con una estructura ya existente en algún lugar de la Administración (por ejemplo Atención Ciudadana) para aquellas familias que no pueden llegar a los posibles precios de estas. La oferta y demanda del mercado equilibrarían los precios y multitud de nuevos emprendedores se lanzarían con nuevas propuestas educativas en este ámbito de la educación infantil.

Tenemos dos opciones, o seguir quejándonos con boca pequeña o actuar y emprender.


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