Educamos en la burbuja de Disney


Bubble
Es increíble lo que hemos evolucionado en educación familiar. El materialismo consumista de la sociedad capitalista nos ha desbordado y lo hemos llevado hasta el extremo de confundir educación plena con abundancia material. El resultado es que intentamos compensar nuestra falta de tiempo hacia nuestros hijos con todo aquello que podemos comprar materialmente. Y eso no es educar por lo que el párrafo actual debería decir que hemos ido para atrás en este importante aspecto. ¿Y qué hay de infundir el carácter emprendedor en nuestros hijos?

Se aproxima la Navidad y las fiestas. Nuestros hijos van a recibir no menos de 10 paquetes cada uno. De hecho y dada la globalidad se encuentran con que llega primero Papa Noel y luego la cabalgata de los Reyes Magos. Y si contamos con los regalos del cumpleaños, del santo y de cuando llega la abuela, etc. etc, al final tenemos que ir tirando juguetes con menos de 3 meses de antigüedad.

Pero el problema se agrava con la actitud que adoptan estos nuevos chavales. Es la generación del SI PUEDO, de que creen que tienen derecho a todo porque se lo hemos dado todo. Y solo hacen que pedir, y encima no tienen tiempo de espera. Su inmediatez desborda a más de uno que se monta en cólera. Y no es más que el resultado de nuestra propia educación. Para salir del paso intentamos que en el colegio nos lo remedie pero no podemos confundir educación con preparación académica.

El otro día fui al cine con mis hijas y amigos de ellas. Yo sólo con 6 niños. Íbamos justos de tiempo y entramos cuando la película estaba a punto de empezar. No había pasado ni un minuto y en plena oscuridad cuando oí: Oscar, ¿y las palomitas? Y eso que acabábamos de comer ya que era la sesión de las 16.30. Después de tanta insistencia por parte de los niños y de alguna que otra madre presente en el cine y que pensaría que estaba maltratando a mis chavales, me decidí a comprar las palomitas. Traje dos containers, y digo containers porque no me cabían más que uno en cada mano. Era el envase familiar y había que compartirlos entre todos. Resulta que todos los niños lo querían sujetar como si fueran a faltar palomitas. No quiero dejar de decir que cayeron muchas de ellas en el afán de los niños de controlar dichos containers. De compartir nada hasta que me impuse.

Pero es que después de comerse parte de las palomitas, empezaron a requerir agua. Si hubiera sido madre seguramente la habría comprado en mi viaje de las palomitas. Pero lo que más me llamó la atención fue la forma de solicitar las cosas. Educadamente pero con insistencia militar. No tuve más remedio que ir a por el agua. Y despues de ver la peli, faltaban las golosinas…y… la cena del sábado….

En fin que creo que nos hemos ido al otro extremo. En mi época de chaval, no me podía equivocar en la elección de mi regalo de reyes. Solo había uno al año. Pero jugábamos mucho y nos lo pasábamos en grande con apenas nada. Y nos enseñaron a valorar el esfuerzo de obtener las cosas, justo lo más propicio para fomentar el carácter de emprendedor, de buscavidas. Me preocupa que los chavales de hoy no emprendan mañana y que solo hagan que pedir y comprar. Hay que volver a la cultura del esfuerzo y de saber dar valor al sacrificio por la obtención de las cosas.


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