Les Petits Plaisirs. La Pastelería de un emprendedor que resuelve su vida


Sebastian lo tenía claro. Había que emprender para dar el salto cualitativo, tanto a nivel personal como profesional. Como jefe de cocina de uno de los principales restaurantes del barrio del barrio del Poble Nou en Barcelona, quería dar un salto a nivel profesional y montar su propio negocio. Veía como los meses pasaban entre fogones y todas sus creaciones triunfaban más allá de las puertas de su cocina, de su reinado. Su especialidad, los postres, especialmente el coulant que venían a degustar incluso gente que había comido en los restaurantes próximos.

Y así fue, que entre receta y receta, Sebastian empezó a preguntarse por qué no podía tener su propio restaurante, su propio lugar de degustación de sus productos culinarios, de su propio lugar de trabajo. Pasaron los meses y Sebastian maduraba la idea. Tenía ganas, ilusión, y estaba convencido que tenía que dar el salto para evolucionar. No tenía dinero, apenas unos ahorros que no le permitían realizar ninguna inversión. Con lo que las reflexiones se quedaban siempre en simples reflexiones pero con frustración. Y esto es lo que le pasa posiblemente a muchos potenciales emprendedores.

Un día se dio cuenta que Sebastian contaba con amigos. Como persona, era amable, respetuoso y dado a entablar conversación con todo aquel que se prestase. Además se le veía serio (buen gestor) con sus cosas, muy profesional en su trabajo y  de aquellas personas que puedes confiar.

Así que se decidió a plantear a algunos de sus amigos la posibilidad de que le prestasen algo de dinero. Se les devolvería enseguida que el negocio pudiera arrancar. La sorpresa fue para Sebastian que todos le dijeron que si, que podía contar con ellos. Fue así como pudo reunir la cantidad que necesitaba para un traspaso de un local que ya había encontrado y que se encontraba muy cerca del lugar donde trabajaba. Se quería quedar en el barrio como apuesta y muestra de agradecimiento de sus gentes, de sus vecinos.

Unos le ayudarón con dinero. Otros con trabajo. Una vez negociado el traspaso, se podía ver a Sebastian y sus amigos acondicionando el local. Le estaban dando su toque personal, la magia que todo local debe tener para inspirar a los que entran y aventurarlos a un lugar mágico. No dejaron detalle al azar, todo era importante para crear un lugar donde los placeres diesen a sus visitantes el momento de dulzura y sabores suaves y agradables al paladar. Y así las personas se impregnaban de felicidad y podían relacionar su estado con el lugar.

Sebastian ha llamado a su local Les Petits Plaisirs y ha dado un ambiente especial al mismo. Se trata de una tienda de pasteles, o Cake Shop como llamarían los ingleses. Hay degustación y cafes, con toda la prensa del día, con lo que la experiencia de pasar un rato agradable y placentero es de lo más recomendable. También vende pan exquisito, de ese que no se encuentra y es tremendamente apetitoso, y bollería artesanal, pero su fuerte son los pasteles.

Es de admirar la intrepidez de Sebastian. Necesitamos más como él. De trabajador en los fuegos de una cocina ha pasado a emprendedor. Se le ve feliz, orgulloso, realizado, y cansado porque está lanzando el negocio y necesita consolidar su clientela, que de momento le está respondiendo muy bien.

Felicidades Sebastian por el gran trabajo realizado!


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